lunes, 21 de noviembre de 2011

Astrología

La astrología que conocemos nace en Mesopotamia, antes del año 3.000 A.C. Los testimonios más antiguos que se conocen se refieren a la biblioteca del rey asirio ASURBANIPAL, (668-625 AC) quien poseyó manuscritos de astrología de procedencia egipcia, fechados cerca del año 3.000 antes de Jesucristo.

Hay que recordar que la civilización SUMERIA, probablemente la que dio origen a las demás de la zona, se asienta en Mesopotamia hacia el año 3.500 A.C, sin que se sepa su procedencia. El imperio egipcio se crea alrededor de la figura del faraón hacia el 3.000 A.C, y es la misma fecha del primer periodo, el védico, en la historia de la India. Todas estas culturas tienen un origen común, un sistema de dioses politeísta, y figuras solar, lunar, de venus, o del cielo y la tierra. En todas existe documentación astrológica: en la India, por ejemplo, existe una referencia a un tratado astrológico llamado KHAMANIKYA, dentro del Libro de Krsna, en los vedas, que describe las constelaciones en el momento de nacer Krsna, octava reencarnación del dios Visnu, y al que los astrólogos levantaron su horóscopo natal. De la misma forma, se sabe que la biblioteca del faraón Ramses II (1300-1236 ac) reunía innumerables obras dedicadas a la Astrología.

La propia Biblia, que esconde textos y frases mucho más complejos de lo que pueda parecer a simple vista, otorga el título de SABIOS a los astrólogos. Tal y como cuenta el Libro de Daniel, "el año segundo de su reinado (604 ac), el rey Nabucodonosor tuvo un sueño...mandó llamar a los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos y les ordenó que le explicaran su sueño." Al no satisfacerle con la interpretación, "dio orden de matar a todos los sabios de Babilonia". Daniel entonces dice que "no hagas perecer a los sabios de Babilonia. Yo interpretaré al rey su sueño". Al hacerlo, el rey le hizo "jefe de todos los sabios de Babilonia", es decir, Daniel, un profeta de la Biblia, fue jefe de todos los astrólogos. (DANIEL, cap 2).

La astrología en sus primeros tiempos, se dedicaba al estudio de vaticinios astrales, agrupados en cuatro categorías: luna, sol, planetas y fenómenos meteorológicos. Es a partir del año 800 A.C. cuando se convierte en fuente de adivinación del estado, y para ello los reyes tenían observadores en todos los rincones del reino, enviando informes de posiciones celestes. Es posteriormente cuando aparece el estudio del horóscopo individual, siendo el más antiguo del que se tiene noticia el de un niño nacido el 29 de abril del 410 A.C.

De Egipto la astrología fluye hacia Grecia y Roma, donde tuvo gran aceptación, y donde surgen los arquetipos divinos aplicados a los planetas (Marte, Saturno, etc), dotándolos de sus características. Tiberio (42 A.C.-37 D.C.) la protegió, porque fueron astrólogos los que le auguraron que sería emperador. Y fue un griego de Alejandría, Egipto, el que basándose en los estudios de Hiparco (siglo II A.C.), quien descubrió la precesión de los equinoccios y catalogó más de mil estrellas, PTOLOMEO, el que escribió la primera enciclopedia de Astrología, el Tetrabiblos (siglo II D.C.).

Los árabes contribuyen al desarrollo de la astrología introduciendo los partes y las casas, fundamentales en la astrología de nuestro tiempo, y con estudios de la influencia cósmica sobre el mundo vegetal. El más importante, Albumansar (805-885), predijo con extraordinaria exactitud el nacimiento de un profeta menor seis siglos más tarde (Lutero). El estudio astrológico, también en España, estaba junto al Algebra, la Geometría y las Matemáticas.

En la Edad Media, debido a la rígida moralidad de las tres religiones occidentales (cristianismo, judaísmo e islam), comienzan las persecuciones a la astrología. San Agustín la ataca y a partir de él se la equipara con la magia. El Santo Oficio la relaciona con las creencias erróneas del judaísmo y el islam y la proscribe. Sin embargo, algunos pensadores, como Santo Tomás de Aquino o San Alberto Magno (siglo XIII) tratan de deslindarla de la nigromancia, aunque no apoyan totalmente su práctica. Se dan casos curiosos como el del Cardenal de Ailly que, a pesar de criticar la astrología y sin creérsela totalmente, la estudió y realizó predicciones completamente exactas, como la llegada del protestantismo o la Revolución Francesa. En su libro "Persecuciones de la Iglesia" dio una fecha para ésta última: 1789.

Sin embargo, con la llegada del Renacimiento y el humanismo, las cosas cambian. Muchos papas consintieron, o se entregaron abiertamente al estudio astrológico, como Julio II, León X, Pablo III, Urbano VIII... Incluso el papa Sixto XIV se confeccionaba sus propios horóscopos. (siglos XV al XVII). De esta época es el más famoso astrólogo de la historia, Michel de Notre-Dame, llamado NOSTRADAMUS (1503-1566).

A partir del Renacimiento se produce un auge de las disciplinas ciéntificas, y la astrología empieza a desligarse paulatinamente de la astronomía. Y, curiosamente, la Iglesia, tan respetuosa ahora de la ciencia y tan poderosamente crítica con la astrología (considerada pecado grave en el nuevo catecismo), considera más peligrosa la astronomía que la vieja astrología, y persigue más a los científicos que a los astrólogos. Así, Giordano Bruno es torturado y quemado vivo en Roma en 1600, por la publicación de un libro en el que se mostraba de acuerdo con Copérnico y su teoría heliocéntrica. El mismo Galileo estuvo a punto de pasar por el mismo trance.

Mientras tanto, grandes astrólogos, como MORIN DE VILLAFRANCHE, o WILLIAM LILLY (siglo XVII) trabajan al servicio de los reyes Luis XIII y Carlos I de Inglaterra.

Sin embargo, la ruptura estaba preparada, y aunque grandes astrónomos como TYCHO BRAHE, KEPLER o NEWTON eran estudiantes y practicantes de la astrología, y sus obras científicas estaban perseguidas por la Iglesia, la influencia sobre todo de este último y sus leyes fue definitiva en esa ruptura. El concilio de Malinas condena irremisiblemente la Astrología (1607), tal y como había pronosticado con exactitud Nostradamus, y en 1666 se cerró el Colegio Astrológico de París, y se prohibió levantar cartas astrales en toda Francia. Por si ésto fuera poco, en 1710 se dejaron de imprimir las efemérides necesarias para hacer un horóscopo.

Sin embargo, y coincidiendo en el tiempo con el descubrimiento de Neptuno, la astrología renace en la Inglaterra isabelina, durante el siglo XIX, y, a través de Jung, y de, sobre todo, el movimiento Rosacruz, renace el interés y se produce el auge de la astrología en la actualidad, aunque desde un enfoque mucho más psicológico.